El campo y los ecologistas piden estrategia

La generación distribuida como único modelo válido

Nuestra posición sobre el proceso de desarrollo la energía renovable es clara y muchas veces compartida, tanto por las asociaciones del sector como por los medios de comunicación y las redes sociales. Ya en el año 2006 pedimos cordura al sector a la hora de aplicar los cauces regulatorios para evitar lo que luego ocurrió. La tristemente famosa “burbuja” fotovoltaica nos ha llevado a transitar años de parón y ha traído la ruina a miles de inocentes inversores.

En las semanas precedentes hemos dado nuestra opinión sobre el modelo de crecimiento óptimo para las energías renovables en nuestro país. Creemos en la generación distribuida como único camino para alcanzar los objetivos del PNIEC de una forma ordenada y razonable. Una vez más, sin embargo, parece que las tensiones provocadas por un modelo intensivo comienzan a aflorar.

Impacto medioambiental evitable

El municipio de Manzanares (Ciudad Real) cuenta con proyectos fotovoltaicos de gran tamaño. Según su alcalde, Julián Nieva, amenazan el paisaje, los ecosistemas, las zonas protegidas y un patrimonio cultural como son sus vías pecuarias al acumular  más de 4000 hectáreas en lo que él ha llamado «mares de placas solares». Este hecho ha dado lugar a un enfrentamiento político con el gobierno regional.

Ecologistas en Acción ha presentado alegaciones contra los cuatro proyectos de mayor tamaño por su enorme impacto ambiental. También se han movilizado varias organizaciones agrarias y ganaderas, que piden una estrategia en la que ellos puedan participar en la planificación del uso del territorio.

 

Era de esperar. En un país como el nuestro, donde el potencial de crecimiento de proyectos de autoconsumo fotovoltaico sobre las cubiertas de los parques industriales es enorme, y permitiría crecer con los objetivos del PNIEC, donde los pequeños proyectos de menos de 10 Mw podrían aprovechar los huecos de capacidad de la red de distribución para hacerla más eficiente… seguimos trabajando en el modelo fácil y menos eficiente.

Este modelo concentrado, con grandes centros de producción eléctrica al estilo de las centrales nucleares o de carbón, aplicado a los proyectos fotovoltaicos o eólicos, nos aboca hacia un lugar donde muchos no queremos ir. El futuro no consiste en simplemente alcanzar unos números fijados en un plan con el que nos hemos comprometido como país. El futuro, como nosotros lo concebimos, está en alcanzar esos objetivos manteniendo nuestra riqueza paisajística, agrícola y ganadera, tratando de alcanzar la máxima eficiencia en el uso del territorio.

La primera “burbuja” fue creada porque convertimos nuestra necesidad de transformar el modelo energético en un producto especulativo, con una regulación miope y cortoplacista. Seguimos trabajando en este modelo especulativo y carente de eficiencia e integración con los sectores clave de nuestra economía.

En Manzanares se han producido, quizás, las primeras tensiones de un modelo que debe cambiar. Tenemos que avanzar hacia un nuevo estándar energético basado en la generación distribuida, de lo contrario volveremos a fallar como lo hicimos en el 2006.

 

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